Puerto Calbuco
Si uno es prejuicioso y las cosas le entran por la vista, hay una expresión gringa bien elocuente para describir a primera vista este tipo de boliche: greasy spoon (lugar de dudoso aspecto donde se come comida barata). Eso fue exactamente lo que pensé cuando, siguiendo la sugerencia de un amigo con quien compartimos nuestra devoción por pescados y mariscos, nos aventuramos a probar esta picá (Bilbao con José Manuel Infante). A continuación, un detalle de nuestro consumo:
- 18 ostras de Calbuco tamaño medio: sabrosísimas, muy frescas y de buen tamaño; ideal para compartir.
- 12 machas a la parmesana: no las probé; mi amigo dijo que estaban ok pero nada de otro planeta
- 1 pastel de centolla: DI-VI-NO. Hace tiempo que no comía algo tan rico...
- 1 paila de ostiones al pil pil: 8 ostiones de buen tamaño flotando en un caldito que podría resucitar a un muerto. A esas alturas, sólo me quedaba espacio para uno, por lo que mi amigo estaba muy enojado...
Todo lo anterior, más un pisco sour pasable y un Carmen Rhin 2008 (ni bueno ni malo, pero buen acompañante durante la travesía de nuestra cena), salió $23.000 antes de propina. Yo habría seguido comiendo.
Del lugar sólo diré que tiene una puesta en escena digna y coherente con su status de picá.
Como comentario final, podría decir que es bueno sacarse los prejuicios (en todo orden de cosas) de vez en cuando y aventurarse a probar cosas/situaciones nuevas. Con un buen acompañante y conversación estimulante, probar manjares como éstos hacen que el escenario desaparezca y creas que estás disfrutándolos bajo la luz de la luna a la orilla de cualquier bella playa del sur.