Restaurante Ozaki, nada del otro mundo.
Fuimos al Restaurante de comida Nikkei, Ozaki, que está donde antes se encontraba el Naukana (una verdadera lástima que lo hayan cerrado), 4 personas, llegamos después que nuestros amigos,me tomé un sour de rocoto (Red Sour) buenísimo, con un picor moderado, no trajeron nada para picar, a nuestros amigos le pusieron un picoteo+ una salsa, pero ya se lo habían comido en la espera, a nosotros...nada, en restaurantes peruanos me gusta eso de que te lleven esas salsas exquisitas o ese maíz tostado que es riquísmo (el que le colocan al ceviche).
La atención fué mas bien lenta, llevaban los bebestibles en la mano, de a uno (existe el concepto de bandeja), pedimos unos rolls que estaban buenísimos y un ceviche de entrada para compartir, jugo de limón, soya, wasabi o Jengibre brillaron por su ausencia, estábamos en un rincón con una pared que nos tapaba parcialmente, por lo que para pedir algo, aleteábamos, lo que fué una práctica habitual esa noche, por fin nos trajo solo soya cuando ya quedaban la mitad de los rolls, pero limón, pimienta negra o aceite de oliva (a mi me gusta agregarle eso al ceviche) ya no hacia falta xq de ceviche ya no quedaba cuando llegó a ver que queríamos.
A las entradas les faltó algunos aderezos, pero estaban buenas, los platos de fondo, todos regulares, mi marido pidió causitas anticucheras, nada especial, yo, ají de gallina, idem, nuestros amigos pidieron platos en base a carne, tb. dijeron que estaban normales a regulares, mi plato y el de mi marido llegaron tibios, creo que esas causitas de papa son frias, me imagino xq estas llegaron heladas, pero las brochetas deberían haber estado calientes suponiendo que estaban recién hechas, a mi marido no le molesta la comida tibia, pero a mi si. 3 platos llegaron primero, y al rato el 4°.
Cuando llegaron los platos, pedimos 2 cervezas+1 jugo, las cervezas llegaron cuando estábamos en mas de la 1/2 del plato, el jugo...lo veía descansaba en la barra, pero el garzón estaba preocupado de cobrar en otras mesas, no sé si habría falta de personal, puede ser, el local estaba bastante lleno según lo que veíamos (vista parcial), pero no abarrotado, finalmente seguimos en nuestro continuo aleteo, hasta que sacó el jugo de la barra y lo llevó cuando ya habíamos terminado.
Postre: 3 suspiros limeños, segun mi parecer podrían haber tenido jengibre??, tenían un sabor distinto pero muy sutil, a mi gusto, prefiero el tradicional, y yo pedí un Flan de queso que estaba espectacular, lo mejor de la noche junto al sour de rocoto y los rolls.
Carta de tragos acotadísima, unos pocos aperitivos, carta de postre, solo 5 postres de los cuales solo había disponibles 3, suspiro, flan de queso y apple ozaki, este último lo pedimos, consultamos si se podían cambiar helado de vainilla por otro sabor (el postre viene con ese helado en la carta) a lo cual el garzón respondió inmediatamente con un rotundo NO.
Otro detalle, al ensuciar los cubiertos no los cambian, a mi me gusta que los cambien por unos limpios, el garzón los sacó de los platos (donde habíamos comido la entrada) y los dejó al lado sucios!! preguntamos si no se cambiaban, pero no lo hacen, eso me molesta un poco, puede que sea mañosa, pero para lo que cobran...mínimo cámbiame el tenedor y cuchillo sucio!
Se rescata la decoración, sobria y moderna.
Todo lo consumido+1 jugo+2 cervezas+1 red sour+1 sour peruano: $78.000 y fracción, esto sin contar la propina. Lo encotré un poco caro para ser un restaurante con platos regulares y con una atención que le falta mucho por pulir.
Vuelvo a repetir y a lamentar ¡que lástima que ya no está el Naukana ahí!