Paul Bocuse: maestro
Efectivamente, un maestro de la cocina y, quizás, el más respetado de los chef franceses.
Lo leía en una entrevista que le hacían en una revista hace pocos días, donde la conclusión de su cocina es “crema, mantequilla y vino”. Curioso, donde todos nosotros lo que buscamos es justamente sacarle la grasa a las comidas, el “maestro” insiste en ponerle, y bastante.
Otra cosa en que hacía hincapié es en que hoy en día no hay bebedores de vino, se acaban, se extinguen; la Coca Cola los está matando y hay poco que hacer, más aún si las nuevas generaciones no incluyen este brebaje en su dieta normal, ya que piden “cosas light, de esas que no sirven para comer”. Gran definición de nuestra generación, la que insiste en dejar de disfrutar para estresarse.
No me malentiendan, estresarse porque bebemos como desaforados los viernes en la tarde y sábados todo el día, pero el domingo, luego de la cervecita componedora, es poco el consumo de alcohol que el chileno (¿mundo?), mantiene.
¿Quién es el responsable de esta realidad? ¿Qué hace que lleguemos a esta concentración de consumo?, nada más ni nada menos que la ignorancia.
Ignorancia de no entender que beber no es sinónimo de emborracharse.
Ignorancia al beber Coca Cola y jugos en polvo, donde el dulzor destruye cualquier otro sabor en la boca.
Ignorancia de no tomar agua por baldes en vez de esas bebidas o jugos en polvo.
Ignorancia de no comprar al precio normal y esperar al 30% de descuento.
Ignorancia al creer que comprando al 30% están comprando vinos buenos (si son buenos, por qué hay que hacerle descuento?)
Curioso, el maestro Bocuse sigue bebiendo vino todos los días, come crema y mantequilla (nunca margarina), y goza de perfecta salud a sus74 años.
Créanlo o no, además sigue cocinando, todos los días, y bebe Moulin-a-Vent, uno de los raros Grand Cru de Beaujolais.
¿Nosotros seguiremos bebiendo a los 74? ¿Comeremos crema y mantequilla? ¿Habremos conseguido superar los 15 litros per cápita de consumo interno?
Se ve difícil al menos hoy, cuando incluso los expertos no gastan más de siete mil pesos en una botella.
Mejor descorcho una antes de que me den ganas de salir a trotar mientras lloro.