Nolita por segunda vez.
Buscando un lugar rico en el barrio el Golf y ante la frustración de no haber podido cenar en Osaka (llenísimo y con larga espera), terminamos yendo al Nolita, donde habíamos tenido una muy buena experiencia anterior.
El local fue redecorado con detalles marcadamente kich (para mi gusto, no un real aporte), que contrasta con lo clásico del entorno general.
El servicio, atento y rápido. La carta modificada, aunque aún muy clasica, e incluso media fome, por falta de aportes novedosos o algo que te den ganas de probar por curiosidad. Lo que sí, es que si quieres comer foi gras y ostras, el local apuesta a esos clásicos de lujo (caro, obvio).
Partimos por una entrada, que no aparecía en la carta (la ofrecieron como camarones al ajo y ají ) ya que las otras entradas eran bastante clásicas. La entrada, pequeña, con unos camarones grandes pero bastante más insipidos de lo que se espera pensando en que son al ajo y ají, dos tremendos aliños. Las verduras que acompañaban y la salsa, unas delicias y lejos lo mejor del plato, el cual por lo demás, salió bastante más caro de lo que pensábamos($14.000), considerando el precio de las otras entradas (entre 6 y 12 mil)
Aceptamos una sugerencia el chef puesta en en la mesa, de unas agnoloti rellenos con centolla y salsa de limón de pica ($9000) y unos canellonis de centolla gratinados ($12.000).
El primero, con un relleno bastante seco y aún cuando la salsa era agradable se hacía poca, por lo que no lograba darle al plato una humedad requerida.
Los canellonis, muy buenos, solucionando en el relleno los problemas del otro plato y su sequedad.
Finalmente, no quisimos postre, sorprendiéndonos al final con con el valor de la entrada de camarones, ya que nos pareció que escapaba al promedio de las otras entradas.
En resúmen, creo que no iré más a Nolita, porque me pareció un tanto caro, respecto de la calidad total de los productos.
Lo recomiendo si quieres ir a cena romántica con champaña y ostras (un cliché, si, pero por qué limitarse por eso).