Todo comenzó con un paseo el Jueves en la tarde. El primogénito está de visita y, siendo una tarde bonita, decidimos dar una vuelta por la Carretera Los Libertadores hacia Los Andes. Una oportunidad para ver las montañas y el puesto del sol en las afueras de Santiago. Si se presentaba la oportunidad de tomar un café, mejor.
Pensando en donde ir y con un concierto de bostezos dentro del auto, recordé que había un lugar rústico justo doblando hacía Portillo. Recordé mesas afuera y arboles. Total la idea era un café nada mas. Llegamos y nos sentamos en la terraza. Nos atendieron inmediatamente ya que eramos los únicos en el lugar aparte de la cabra. Pedímos un express y dos cortados dobles.
Llegaron los cafés, los tomamos mientras conversamos y, después de un descanso, pedimos la cuenta. Acuerdanse que era un express y dos cortados dobles? Bueno, resulta (según el mozo) que la maquina no puede imprimir un cortado doble y tiene que imprimir dos cortados simples por cada doble. Y así apareció la cuenta:
Claro, la máquina se equivocó y marco un cortado y dos express, pero miren el total. $7400 pesos. Tres cafés. Sin piernas ni música ambiental. El precio de un express en la carta es de $650 pesos. Pero la máquina ya había marcado y no podía dar vuelta atrás. Bien pilla la máquina. Para no estropear la tarde con nuestro hijo dando la guerra larga y probablemente inútil a la máquina, dijimos lo que teníamos que decir y nos fuímos. Total la idea era esto:
No tengo idea si la máquina esa recibe a todos los pasajeros por igual o si es xenofobica además de pilla, pero no les recomiendo que paren en El Sauce por si acaso. Si el café sale así, un almuerzo lo podría llevar a Dicom. Aquí sus detalles:
Una lástima que existen lugares como El Sauce. Pero, enfin, es lo que es. Espero que todos tengan un lindo fin de semana larga.
