Tongoy en baja temporada
Llegando de unas cortas, estupendas y muy merecidas vacaciones en el norte, y ya que vienen unos días feriados, les dejamos un par de datos.
Siguiendo los datos de La Buena Vida, optamos por ir a Negro el cero por unas empanadas en las marisquerías de la Playa Grande. Estupendas! Realmente cumplían con todo lo que uno esperaría de una empanada de ostión-queso, macha-queso y demases: color, textura, sabor, cantidades de ingredientes. MUY ricas.
Al día siguiente volvimos a almorzar y pedimos el menú: empanada o tomate relleno con jaiba de entrada y plato de fondo pastel de jaiba. Probamos ambas alternativas y nuevamente quedamos alucinados. Mucha jaiba en la entrada y en el pastel, y todo por $3.500 el menú (entrada y fondo). Notable.
Ceviches de reineta: los probamos todos. Negro el cero, El Rey II, Arrocet. Cada uno con su estilo, y todos buenos.
Recorriendo el muelle Tongoy nos llamó la atención un local que ofrecía platos típicos de la cocina peruana y nos tentamos. Pedimos fetuccini con camarones y salsa peruana y arroz con mariscos. Quien nos atendió desapareció rápidamente en la cocina y comenzamos a sentir como picaba ingredientes, freía cebolla, corría a buscar mariscos a las marisquerías de enfrente. Todo preparado en el acto. Más caro que un plato promedio pero enorme, fresquísimo y sabroso. Un aplauso. No se lo pierdan: Muelle Tongoy, Local 6. La única cocina peruana que encontramos en la zona.
Luego de un día de playa lo mejor es terminar con una exquisita empanada de queso y frutos del mar junto a un jugo natural en el quiosco junto a la feria de artesanos de la Playa de Socos. Todo preparado frente a tus ojos. Inevitable. Donde mires alguna tentación al paladar. Y eso que ya no hay churros rellenos.
Otra sorpresa de estas vacaciones fue en Coquimbo, donde fuimos por el día. Buscando donde almorzar caminamos hacia el llamado Barrio Inglés. Sector remodelado de la ciudad que rescata arquitectura del siglo XIX. Claramente es un sector que vive de noche, hay varios pubs, restaurantes, discoteques, gelaterías, salones de té con diferentes estilos. Uno de los pocos locales que ofrecían almuerzos fue La Barcelonetta, un atractivo local en la calle Aldunate que se descubre luego de una larga escalera de madera. El menú completo por $2.500 (Entrada, fondo, postre, bebida y café), en un lugar muy cómodo y espacioso, rica comida y excelente atención. Creo que de noche es un pub bien movido, hasta con música en vivo. Que les puedo decir, un agrado.
Les recomiendo caminar, recorrer, dejarse sorprender. Como ya se dijo antes, Tongoy es de aquellos lugares que tubieron sus tiempos mejores, pero tienen mucho que ofrecer.