La experiencia Juan Valdez...
Llevaba un tiempo visitando Starbucks, afanada más que nada por un producto en especial: el frapuccino chocolate chips créme. Era mi favorito, y aunque le di descanso un par de veces con unos cuantos café latte, té chai latte, café mocha y cocoa capuccino, nadie me reemplazaba el testarudo frapuccino ese.
Después me dio por querer investigar cómo se hacía el tal frapuccino, y a las semanas terminé por darme cuenta que no era más que una fea estafa. Sí, porque eso me había llevado a una adicción que no se justificaba: ¿cómo es posible que de un vaso de 500 ml., se ocupen 100 ml. aprox. en hielo frappé? la leche, el contenido principal de aquel frapuccino, terminó por convencerme que un clásico vaso de leche con Milo le podía dar la pelea y que la leche con el kitsch Cola Cao era muchísimo mejor.
Traté entonces de darle a Starbucks una oportunidad con el café. Y caí en la cuenta que el cocoa capuccino, tan simpático para mí, se había vuelto un café sin gracia y los sabores de la cocoa y el café me dejaban con gusto que no esperaba. Así es que dejé de visitar Starbucks. Sin embargo, otro día, al pasar por Providencia con Pedro de Valdivia, otro lugar cafetero llamó mi atención...
Le dije a mi novio que probáramos el café de Juan Valdez. Él ya se había acostumbrado a Starbucks. Pero lo convencí de probar algo distinto, que a la larga, repetir algo por un tiempo prolongado aburría. Así es que me siguió. Queríamos tomar algo frío, como rememorando los frapuccinos, pero en Juan Valdez se llamaban nevados. José Miguel pidió un nevado de manjar y yo uno de brownie, grandes ($2.990 c/u), y dos porciones de kuchen de frambuesas ($2.490 c/u). Y probamos: el kuchen estaba exquisito, muy generoso con las frambuesas; y los nevados: espectaculares, el sabor del café muy intenso, sin borrar los sabores a manjar y brownie, frescos, y fríos, SIN hielo frappé, por tanto, el vaso entero era de nevado con un sombrero de crema. Al primer sorbo nos dimos cuenta que se habían acabado las visitas a Starbucks y que Juan Valdez sería nuestro lugar de tomarnos algo con verdadero aroma y sabor a café.
Bien, vamos a lo le importaría a la mayoría, creo:
- Atención: buena y natural. Siempre me pareció que los baristas de Starbucks eran un poco mecánicos para el saludo. Algo que a algunos no les importa, pero al menos a mí sí.
- Servicio: un poco lento. Reconozco que en Starbucks los baristas son más rápidos. En Juan Valdez los chiquillos se toman el tiempo para preparar el café, lo que tal vez no es tan malo, ya que igualmente queremos recibir un producto hecho con "cariño" y para eso se requiere algo de tiempo y no hacerlo a la rápida.
- Precios: parecidos a los Starbucks, aunque los vasos de Juan Valdez son más pequeños.
- Local: un poco más formal que Starbucks. Se nota también por el tipo de público que lo visita.
Saludos.