Hace mucho tiempo que no escribía en La Buena Vida, básicamente por que las pocas cosas que he escrito, han sido de lugares que me han gustado mucho. No me gusta escribir de los lugares en donde no me sentí cómoda o dónde no me gustó la comida o la atención.
Anoche tuve la oportunidad de participar de una de las “Cenalegres” organizadas por Don Prietas con Papa. Cenas “clandestinas”, en las que participan pocos comensales y que ya Don Prietas lleva haciendo por casi un año.
Me interesó la propuesta, nos contactamos y listo (Había visto su blog: http://prietaconpapa.blogspot.com, y lo seguía en Twitter: @prietasconpapa). Con todo, ya estaba incluida en la cena de junio.
Toda la organización previa a la cena fue muy clara, y hasta el menú me lo enviaron con anticipación. Viendo ese detalle, más curiosidad tenía porque llegara el día.
Fue entretenido llegar a ésta típica casa del Cerro Alegre y dar una contraseña para poder entrar.
El menú tenía mínimas diferencias con lo ofrecido en el correo electrónico, así es que por ese lado todo bien. De hecho, después del Pinot sour, llegó a la mesa una degustación que no estaba incluida en el menú oficial y era cola de chancho asada, muy, pero muy cocinada. Sólo probé un trozo, ya que era un sabor bastante fuerte por la grasa, pero muy, muy sabroso (Debo decir que Prietas explicaba cada plato cuando era servido, su preparación y en el caso de la cola de chancho, la advertencia para quienes no gustan de sabores fuertes). Para pasar el sabor, teníamos una ensalada de palta, apio y bastante limón que ayudaba a limpiar el paladar.
En total éramos catorce personas, todas con curiosidad y ganas de probar la propuesta de éste joven chef (Yo hasta que llegué al lugar me imaginaba a Prietas como un Chef de muchos más años). Personas entretenidas, con experiencias culinarias variadas, un par de expertos en la materia y otros como yo, que nos gusta simplemente saborear ricos platos, y disfrutar de buena conversación.
Para no matar la sorpresa de los futuros comensales de Don Prietas, sólo diré que la cena vale la pena, el ambiente fue agradable, las personas muy simpáticas, me reí mucho, y la comida estuvo buenísima, varios platos y la cantidad justa. Los vinos acompañaban perfectamente cada plato y no invadían más de la cuenta.
De todo lo que probé, lo que más me gustó fue el camarón relleno de crema de queso ahumado, con arroz Abanda y alioli; el caldo del estofado de Chillán, que estaba para resucitar a un muerto y el cauceo de porotos granados con prieta.
Mención aparte para los cachetitos de chancho, que siguiendo las indicaciones del chef se aplastaban con el tenedor en el jugo que traía el plato y es una de las cosas más sabrosas que he probado.
Lo que no me gustó para nada fue la esfera líquida de yogurt y gelatina, que vino antes del postre ya que me pareció de una acidez extrema, fuera de eso, el resto de los platos, me parecieron perfectos.
Rescato sobre todo, la idea, y el ánimo de Prietas de rescatar por sobre todo los sabores chilenos en todos los platos (excepto el de arroz con camarón relleno que eran típicos españoles). Bastante valorable en un país donde hasta le fecha se miraba sólo de reojo los platos que cuando niños nos preparaban nuestras abuelas.
En resumen una salida, original y sabrosa. Si bien es cierto no es barato, vale la pena tomarlo como un regaloneo especial a nuestro paladar.
