Aunque no hay muchos locales de Bavaria, da la sensación que está lleno. Ya son muchos los años en que nos acostumbramos a su logo y arquitectura de ambiente alemán. Son tantos los años que hasta lo olvidamos y para una gran mayoría dejó de ser una alternativa para el almuerzo de semana, para cortar el trajín de la pega, o para juntarse con la familia a comer rico.
El otro día me llamó un amigo para que nos juntemos a almorzar con un poco más de tiempo. De inmediato viene a la mente el Eladio, El Parrón o la nueva aventura parronezca del Parque Arauco. Sigue la búsqueda mental y llegamos a los restaurantes peruanos varios, sushi, algo más cool.
A pocas cuadras de donde estábamos, en Avenida Las Condes vimos el logo Bavaria, nos miramos y entramos a redescubrir su cocina.
La carta, generosa en variedad de especialidades chilenas y alemanas, rematan mejor con precios razonables. Los mozos amables que conocen perfectamente la carta de memoria, son capaces de recomendar a los novatos con una convicción sólo de profesionales.
Pisco sour, provoleta, costillar con puré de manzana, jamón praga y todo lo que nos llevamos al buche recibió de parte nuestras aplausos estomacales a más no poder. He comido mejor, pero el Bavaria es ese local que tiene su clientela, experiencia y calidad que de verdad vale la pena descubrir una y otra vez.
Prosit!
