¿Quiere perder su tiempo? Vaya al Rincon Brasileiro de Manuel Montt 116, Providencia

Escrito por: hugo martinez
F01 Ene 2010
C8
C

Llegamos al Rincon Brasileiro de Manuel Montt 116, justo a ocupar la última mesa disponible sin reserva. Fue mi culpa, había pasado varias veces frente a este rodizio (carnes a la espada) brasileño y me evocaba una experiencia culinaria inolvidable en Foz de Iguazú muchos años atrás.
Sentados en la mesa y luego de alzar las manos para que nos atendieran, nos explicaron el sistema: por $8.990 todo lo que se pueda consumir del buffet de ensaladas y acompañamientos (que incluía además de vegetales, arroz, papas fritas, anillos de cebollas y la tradicional feijada) juntos con carnes rojas y blancas a la parrilla servidas a la mesa en espada. Bebidas y postres aparte. Nos pareció razonable y procedimos a prepararnos para nuestra experiencia de viernes nocturno brasileño.
Pedimos carta de vinos y nos llega la carta de aperitivos y postres, insistimos en la carta de vinos y nos llega una carta acotada de vinos, pero razonable en precios.
Empieza la espera.
Llegan los acompañamientos…nos entretenemos con el ceviche y el melón con salsa agridulce. Pero nos detenemos para dejar espacio a las ricas carnes a la espada.
Sigue la espera.
Aparece la espada…con una longaniza (de esas para choripan para cada uno),
Bueno, concluimos que ya nos vieron y llegará más carne
Nos entretenemos con los vecinos de mesa que se fotografían con la estudiantina de rigor.
Esperamos.
Ahora aparece la espada con trozos de asiento, algo crudos al centro y no muy blandos. Aceptamos, estamos en la última mesa y probablemente llegará mejor carne y variada.
Esperamos.
Llegan más clientes, pero no tienen reserva y no hay mesas disponibles. Nos congratulamos de haber llegado justo a tiempo.
Esperamos.
Vuelve la espada (que parece que era una sola) con algo así como palanca. Más cocida, sabrosa en las puntas…pero peligrosa para las caries y muelas que se esfuerzan en masticarlas.
Esta vez decidimos interactuar y pedimos carnes blancas.
Esperamos.
Escuchamos el jolgorio de un grupo que parece estar en alguna celebración de fin de año. Concluimos que se tomaron la mayor parte de las mesas y de la carne que viene en LA espada.
Llega la espada con trocitos de pollo con un tocino alrededor, pero que contamina la carne blanca con exceso de grasa. El dueño de la espada es generoso y nos compensa con varias porciones del pollo tocinado.
Esperamos más carnes blancas, de esas blancas de verdad.
Nos ofrecen reponer acompañamientos. Pero preferimos esperar las carnes brasileñas.
Esperamos mientras comentamos nuestros planes de fin de año.
La espada trae una nueva sorpresa. Esta vez es un jamón acaramelado. No estamos seguro que califique como “carne blanca”, pero decidimos explorar y concluimos que tiene más caramelo que jamón.
Esperamos y decidimos dejar de esperar.
Pedimos la cuenta, esperamos.
Insistimos con que deseamos pagar y claro, volvemos a esperar.
Por tercera vez hacemos despliegue de expresión corporal para llamar la atención de algún mozo, cocinero, copero, recepcionista, el que sea que nos logre traer la cuenta.
A punto de proceder a pararnos e ir directamente a la caja en tono molesto y determinante, aparece la cuenta.
La revisamos, está bien y entrego mi tarjeta de crédito para el pago.
Esperamos en silencio y con nuestra mejor cara de desagrado y molestia. La espada sigue circulando..con más choripanes para todos.
Llega el vaucher y o sorpresa: ¡viene con el 10% de propina agregado! De más está decir que no nos preguntaron si deseamos incluir propina. Ya habíamos decidido que la dejaríamos aparte y menos que el 10%.
Esperamos y cuando aparece el primer dependiente disponible reclamamos.
“Tiene toda la razón señor, lo arreglamos inmediatamente”, nos dice el encargado. Descubrimos que el “inmediatamente” es una unidad arbitraria y subjetiva para medir el tiempo.
Esperamos, especulamos cómo se anulara el anterior vaucher, concluimos que tenemos que llevarnos todos los comprobantes que nos permitan comprobar la anulación.
Seguimos esperando. Intercambiamos historias acerca de casos conocidos de anulación no exitosa de transacciones con tarjetas de crédito.
Llega el vaucher anulado, el comprobante de anulación y el nuevo vaucher. Esta vez, nos esperan a un costado de la mesa. Pero no somos vengativos, no los hacemos esperar y firmamos.
Igual dejamos una propina simbólica en un billete de denominación menor.
No esperamos más y nos retiramos.
Ahora esperamos ahorrarnos las cenas de los viernes y juntar dinero para ir a comer carnes brasileñas a un rodizio de verdad en Brasil. Aunque es probable que gastemos parte de estos fondos en las carnes brasileñas que venden en los supermercados.

Teléfono:

Dirección:
Imagen de hugo martinez

Hugo Martinez

Comentarios:

Soy brasileña y vivo hace más de seis años en Santiago, fue dos veces al Rincón Brasileño porque queda cerca de mi trabajo, y la segunda fue por un voto de confianza, pero realmente es lamentable, tanto la comida como el servicio, no tienen nada que ver con Brasil, solo el nombre. El unico rodizio que se parecia a los brasileños era el Picanha, en Vitacura, tanto por la calidad de los platos, como por la atención, pero recién me entero de que lo están vendiendo, una pena. Aun no he ido al Muqueca, pero varios amigos brasileños han dicho que es bueno. Rincón brasileño es realmente una pérdida de tiempo y dinero. Saludos.

Me sumo al comentario incial del año 2008, si algo se puede rescatar es que se han mantenido igual pese a los comentarios negativos jajajaja, mala experiencia, atencion pesima casi como haciendote un favor personal, mezon de ensaladas con poca variedad muchas bandejas vacias y solo fueron repuestas cuando ya terminamos, carnes a la espada (pollo, punta paleta y chorizos), de mala calidad, fuimos 8 personas y el comentario fue unanime, "debut y despedida"..

Comentar:

Inicie sesión o regístrese para comentar