Jazz, Concepción
Por motivos bastante distintos a los que me hubiese gustado - funeral de mamá de una buena amiga - tuve que hacer un viaje flash a Conce la semana pasada. Llegué destruida luego de 5 horas manejando, y después de ir a la capilla en San Pedro a dar las condolencias a nuestra amiga, nos fuimos a pasar las penas con un amigo a este boliche del cual había oído hasta el cansancio pero aún no había tenido al oportunidad de visitar. Junto con el Chateau y el Entrecot, el Jazz tiene fama de ser uno de los mejores restaurantes de la capital penquista, y ahora me quedó claro por qué. De partida, el lugar es bastante grato y representativo de la región del Bío-Bío: harta madera de buena calidad tanto en su linda arquitectura como en la decoración, lo cual le otorga una calidez e intimidad que se acentúa con un segundo piso de cielos altos y, otra vez, harta madera y estantes con una impresionante variedad de vinos. La atención fue ultrapersonalizada; se nos acercó de inmediato un mozo/anfitrión terriblemente hincha de la U, y luego de saludar con familiaridad a mi amigo - un habitué del lugar - y comentar los resultados de la última fecha, nos entrega el menú y la carta de vinos. La carta de vinos debe ser una de las mejores que he visto en Chile, por lo bien elegida, su amplio rango de precios y su impecable diseño (material de primerísima calidad con impresión a color de todas las etiquetas de la lista). Aquí se puede encontrar desde un modesto Doña Dominga hasta un Viñedo Chadwick ($87.000!!!, todavía a precio antiguo!!!), con un profit promedio de 50% sobre el precio retail... medida muy inteligente y estimulante a la hora de elegir un buen vino para acompañar su notable menú. Y el menú es una cuidadosa selección de platos que incluye desde variedad de mariscos y pescados - cómo no - hasta una sorprendente variedad de preparaciones con carne de vacuno, cerdo, jabalí, faisán, etc. Realmente de lujo. Pedimos de aperitivo dos pisco sour que llegaron per-fec-to para mí en temperatura, dulzor y acidez, y a continuación yo pedí un Salmón del Huerto y mi amigo un Lomo (o Filete?) Oscar, haciéndole honor a su nombre. Para beber, preferimos la opción por copa, la cual se adecúa sólo a las botellas que se han abierto durante ese día, y LA GRAN SORPRESA: pedir un vino por copa aquí significa que una vez que la copa ha bajado más de la mitad, hay un atento mozo que la vuelve a rellenar... formidable!!! Siendo así, pedí una copa de Chardonnay Errázuriz Reserva para mí y un Carmenère de Chocalán para mi amigo. El Salmón estaba muy rico, en su punto y con una salsa de crema y espinacas muy sabrosa, acompañado de vegetales salteados y papas cubo. La verdad es que no me lo terminé - era demasiado - y tampoco pedimos postre. El lugar era tan grato que nos dieron las 1 am conversando, cuando notamos que ya no quedaba nadie más que nosotros y los mozos disimulando sus ganas de cerrar el boliche. Pedimos la cuenta ($22.000 antes de propina) y dimos un pequeño tour por el resto del restaurante antes de irnos. La verdad es que fue el perfecto break para descansar, relajarme y preparar el ánimo para acompañar al día siguiente a mi querida amiga en el que probablemente sea el día más triste que uno pueda tener.