
Gran Central, Providencia
El viernes nos fuimos con un amigo a hacer la previa a este boliche, largamente recomendado por un colega bien ondero que tengo dos cubículos a la derecha. De hecho, tratamos de ir el lunes pero no lo encontramos!!! plop... sabíamos que estaba en Las Urbinas pero no llevaba ni el número ni el fono y más encima NO PUEDO fijar en mi mente el nombre (se me confunde con bar central, bar nacional, gran nacional, etc, etc), se parece a demasiados otros, creo. En fin, con WAIN en mano, nos dirijimos al boliche en cuestión, como a eso de las 11 pm, lo encontramos rápidamente (parece sucursal de banco por fuera, por eso no dimos con él la vez anterior) y debo decir que el lugar es una grata experiencia de principio a fin. El primer piso es bien neon, barra y pista de baile algo sesentera, bien buena música como para bajar más tarde; el segundo piso me recordó al segundo piso del Ebano en Ñuñoa, harto sillón design, muros con obra a la vista y espacios cuadrados, y, finalmente, lo que para mi gusto es la mejor terraza del verano hasta el momento: último piso encarpado con harta gracia e imaginación, una curvilínea lona con acrílico que permite una buena ventilación y simpática vista a algunos edificios vecinos, con un San Cristóbal nocturno que aparece a retazos. La atención fue pronta, la mesera se sabía la carta, hubo atinadas recomendaciones, y finalmente, como yo tenía HAMBRE, pedimos unos rollos vietnamitas (masa de arroz, zanahoria, palta y algo más que no me acuerdo, $3.500), eran como 8 y estaban muy ricos, crujientes y frescos. También pedimos unos camarones envueltos en una masa cremosa y sellados estilo tempura (no me acuerdo el nombre), que estaban realmente deliciosos (y lindos!!! parecían patitas de jaiba, $4.000, 8-9 unidades). Cada uno de los platos no demoró 15 minutos en llegar como promedio... eso es SERVICIO!!! Todo esto acompañado de un Viognier Sutil 2008 ($7.000, buena estructura en boca pero poco expresivo en nariz; el 2006 estaba harto mejor); fue servido como corresponde en su respectiva cubetera con hielo Y AGUA. La música electrónica fluía a buen volumen, mesas y sillas cómodas, todo bien dispuesto para una buena conversa. Media hora más tarde ya se empieza a llenar y a eso de las 12:30 am la cosa está francamente prendida, cero mesas disponibles, harta congestión pero también harta onda. Para estas calurosas noches santiaguinas, lo recomiendo 100%.
Saludos