El otro lado de la moneda, La epopeya del buen comer . Padre e hijo sibarita.
Me demoré, pero aparecí nuevamente. Lo prometido es deuda.
Al siguiente día de nuestra experiencia en el Santabrasa del mar, Canito y yo nos dirigimos raudos a buscar donde almorzar, por lo que decidí invitarlo, a una Picá. Quizás para que entienda que en el arte de la restoración puede y deben existir diferentes manifestaciones.
¿Que es una Picá? Realmente no soy yo el que podría definirlo. Es casi merecedor de una investigación de grandes conocedores, el determinarlo. Para mis ojos, es un lugar donde se come sencillo, sin ninguna aspiración culinaria.
Donde la carta es una fotocopia desteñida, inserta en carpetas de plástico, donde el cubierto a veces no hace pareja y menos las copas, que el mantel se da vuelta y se sacude en las faldas de los comensales, que lo único que esperan, es comer después de haber esperado tanto. Y por que se espera, por que los precios son convenientes, fácil la ecuación. Y no creo que
Y si de tecnicismos hablamos; que de el horno nunca han sabido cual es Es un lugar donde chambrearían el vino tinto o lo casi congelarían para servirlo si es blanco (a la “piedra”). Justificarían su sonido al destapar una, por que si el vino no suena, no tiene espíritu. Que el color del mismo es más importante que su cepaje, terroir o valle. Eso es Nos consultaron si “queríamos sentarlos” (si, así como se lee). Ahora lo que comente en el artículo anterior, era al revés; Obvio.
Quedamos sentados cual vocales de mesa, enfrentando el paso de los meseros. Se nos acerco una niña muy amable que nos ofrecio algo de beber, Canito pidió Coca Cola y yo “Un Chardonnay sour”. Desubicado en realidad, pero quede curioso por lo de la noche anterior, Y aquí se nota la diferencia. “Dígame como se hace y se lo preparamos”. Para que hablar de cepajes, termine tomando un Sauvignon Blanc sour, de caja, super dulce, pero para tranquilidad de los lectores a la fecha ya me he tomado varios, experimentando hasta una Vaina en vino tinto.
Del vino de la carta.
Las cartas de las picás eso si, debieran tener una asesoria, sea Municipal, gremial o algo. La oferta tenia vinos de viñas como Errazuriz ¿Panquehue? Sabrá Chadwick esto. ¿Gato? Mejor saltemonos esta parte. Por ser picá ¿no se merece algo mejor, si su oferta para comer es buena?
Nos pusieron la respectiva panera, mantequilla y pebre.
Para comer unos “Locos”, a buena temperatura y textura, chiconcitos, con salsa verde y mayonesa casera que hasta donde yo sé esta prohibida, pero también a la temperatura correcta.
Posteriormente un Chupe de Jaiba, con “carne de Jaiba” poco pan, correcto, caliente, grande para mi. Canito unas Machas a la crema, también muy abundante en machas y crema, pero grande. Entonces vale la pena preguntar, si estos platos en un restaurante que no es picá, ¿Cobrarían lo mismo?
Después supe que podría haber pedido la mitad. Ahora lo sé y lo soplo.
De los postres, no me voy a referir por que las picás tienen como característica el tarreo y los helados, así que de comentarlos…mejor No. Preferimos obviarlos.
La cuenta clara y bien sumada, eso tan bien es bueno sobre todo si el local hace su caja manualmente.
Lo feo, los meseros probando el Sauvignon sour, escondidos en un rincón.
El baño limpio, ventilado y con papel higiénico, que no es menor, por que he ido a picadas donde no hay, confesando que solo lo he usado para sonarme.
Ojala tengan la oportunidad de conocerlo, les recomiendo hacer reserva sobre todo por que es un local con mesas para cuatro personas, pero como me toco vivir ese día, hubo una señora que venia con su familia y eran como 8 y ”quería una mesa al lado de la ventana y la exigía” A la hora que me fui todavía la esperaba.
Esa noche lleve a cenar a Canito al Fellini en Viña……………..
De ahí les cuento…