Casa Mar. La muestra viva del poder del Marketing
Hace mucho rato que tenía ganas de conocer Casa Mar. Ya lo había visto nombrado varias veces en distintos medios y más que al propio restaurant, a su Chef, quién últimamente ha figurado mucho dentro de los destacados. Incluso varias veces tomé el recién publicado libro del mencionado en mis manos con bastantes ganas de comprarlo.
La verdad, fue bueno salir del empacho como se dice, pero claramente no encontré lo que imaginaba experimentar.
En primer lugar nos atiende un chico amable pero muy informal y dice que la reserva no se encuentra registrada, reserva que fue hecha vía internet, confirmada por teléfono y luego con un mail enviado automáticamente incluyendo un código de reserva. Partimos cojeando. Nos acomodan en la terraza donde, disculpen si tal vez para algunos exagero, me encuentro con dos detalles que para un restaurant de ese nivel, para mí gusto no debieran aparecer. Vidrios sucios y parte del techo descascarándose. Detalles que si la comida es excelente, pasan a segundo plano.
Luego nos traen la carta con un pebre, 2 mini sopaipillas y un bollito de pan. Sopaipillas duras, pan del día anterior, seguimos cojeando. Elegimos 2 platos de pescado recomendados por el garzón y por lo que nos dijo luego, destacado en la Wiken. Tilapia con una salsa de choclos, camarones, bisque de camarones y una corvina con crema de arvejas, machas y espuma de machas. En palabras simples...ninguna gracia en absoluto. No eran platos malos, pero sin carácter, sabores faltantes (como los camarones con sabor a nada) y otros sabores excesivamente planos. La corvina debo decir que estaba muy bien preparada, en el punto justo y se notaba un pescado fresco, pero la crema de arvejas podría haber dado un plus y pasaba desapercibida, las machas servidas crudas, con lo que no tengo problema, pero sin sabor y con una textura y color que hacía difícil adivinar qué tipo de molusco era. La espuma de macha, sabor a nada, solo decorativa. Turrón de vino y mouse de mango con ganache de chocolate y en teoría algo de arándanos que no puede encontrar de postre. Discretos.
La conclusión de la noche fue confirmar, una vez más, que el marketing es una herramienta poderosísima a la hora de transformar en atractivo algo que no tienen ningún contenido que destacar.