Cafetto... una experiencia agridulce
Hoy caminaba por Providencia en busca de un buen restaurant para disfrutar mi día libre, y me encontré con que todos mis favoritos estaban llenos. Fue así como llegué al Cafetto de Pedro de Valdivia, un lugar que recordaba con cariño de viejos happy hours con ex colegas. Me ofrecieron un menú que me pareció interesante y me senté. Ahí empezaron los problemas. Pedí unos fetuccinis con salsa de camarones, y llegó un plato de fetuccinis recocidos, con salsa de tomates, champiñones y un par de camarones...claramente distinto a lo ofrecido. Cuando le reclamé al mozo, se fue y nunca más me atendió, ya que envió a otra mesera a dar la cara. El administrador, un encanto de persona, notó la situación y me cambió rápidamente el plato. Nada maravilloso pero bien, hasta que encontré un pelo en mi comida!!! Volví a hablar con el administrador, que muerto de verguenza me pidió disculpas y me envió un suculento postre y me hizo un descuento en la cuenta. Esta vez la cara de la segunda garzona era peor que la del primer garzón, todos me miraban feo y me evitaban, salvo la chica que recibía en la puerta, muy atenta y pidiendo disculpas por los demás.
Mi menu incluía un café que ni quise tomarme, porque sólo quería irme de ahí. Esperé al administrador para hablar con él pero se tardó mucho en volver. Una pena que alguien tan atento como él tenga un equipo de gente que no sabe atender, que te mira feo si reclamas o se desentiende olímpicamente. Me habría gustado decirle que eligiera mejor la gente con que trabaja, porque no siempre estará él para resolver situaciones como las de hoy y es impresentable la actitud de los garzones. Obviamente no dejé propina.