Bali Hai ¿qué le pasó?
El pasado 18 de septiembre, mi padre y mi pololo quisieron invitarnos a mi y mi mamá a cenar. Como el Bali Hai era un lugar que hace mucho tiempo nos había llamado la atención, hicieron una reserva, donde les informaron que había un menú de Fiestas Patrias con un valor de alrededor de $18.000 por persona. Pues bien, llegamos al lugar y comenzó la tortura. Un espacio casi claustrofóbico, si alguien es muy alto choca con el techo. Una decoración ambigua, con paraguas chinos invertidos en el techo, flores plásticas, dragones de madera, que todavía no encuentro la relación con la polinesia (considerando que afuera tienen solo Mohais). Rápidamente nos pasaron un papel con las opciones del menú. Pedimos pisco sour y yo un maracuja sour. El pisco sour, totalmente artificial, de botella (y no de los buenos), y mi maracujá, evidentemente jugo en polvo con ¿ron? Intomable. Luego unas empanadas de pino. Quizás lo único rescatable (y no digo que hayan estado buenas). De entrada, mi padre pidió unos mariscos salteados con ají cacho de cabra... casi incomibles. Yo una especie de chupe de mariscos, cuyo único marisco era Lapa, con algunos choritos, nadando en pan con leche. Imposible. Posteriormente el plato de fondo: Merliza frita con papas cocidas y pebre. Pues bien, el trozo de merluza con una papa chica cocida, y una conchita de ostion con pebre, todo en un plato grande en que se veía ridículo. Mi pololo, pollo picado en cubos, con papas hilo. Comible, pero ¿corresponde para lo que se espera de un lugar así? Finalmente el postre. Algo así como Fantasía del norte, donde habái una masa que debía ser crujiente pero estaba blanda, como añeja, con una bola de helado de chirimoya alegre, del barato (se nota cuando no es cremoso). Cabe destacar que pedimos unas bebidas pero en vez de traer la botella de bebida y servirla frente a uno, venía un vaso grande ya servido.
La atención, pésima. Los garzones no nos miraban ni por si acaso. Ya habíamos terminado, esperando el postre, y los garzones miraban nuestros platos y seguía retirando los de las mesas que estaban desocupadas.
El show, nada mal. Pero después del show comenzaba la discotheque. Una verguenza, me sentía incomodísima. Y de paso pensaba ¿esto se lo venden a los hoteles para que los extranjeros tengan una idea del folcklore chileno y de la comida chilena? Porque si es así, me muero de la verguenza y a través de estas páginas le pido disculpas a los extanjeros que tuvieron la mala suerte de ser estafados por este restaurant. La comida chilena no es NI PARECIDA a lo que se ofrece ahí. Jamás volveré ni lo recomiendo.