Baco
La última vez que había ido a este boliche fue hace como dos años, a una tarde de degustación de vinos húngaros junto a un entusiasta grupo de enófilos. Después del último post sobre este restaurante en LBV, decidí que era hora de volver y mostrarle a mi partner el que probablemente es el mejor wine bar de Chile, justo con ocasión de celebrar un momento muy significativo para los dos. Llegamos temprano el domingo; tipo 12:45 (abren desde las 12:30), derechito a estacionarnos en el estacionamiento reservado para los clientes que tiene el restaurante en el subterráneo de su mismo edificio (favor preguntar si hay espacio al momento de hacer la reserva, se ahorran sus buenos $$ en estacionamiento en Providencia). Habíamos reservado una mesa para dos en el sector no fumadores, y la ubicación no pudo ser mejor. El lugar en sí es bastante agradable, harta madera y sillas de mimbre - recuerdo de mi pueblo natal -, muy cómodas, y una atención impecable de principio a fin por parte de Felipe ayudaron a crear una velada realmente inolvidable. Mesa con linda mantelería, buenas copas, servicio apropiado según el plato, una botella de agua fresa, pimentero y sal de mar. Aceptando la recomendación de la casa, pedimos como aperitivo dos espumosos Chandon Brut de su bodega argentina, ó Che pagne como ingeniosamente lo llamaron - las copas son preciosas!! -, que acompañamos con una terrina que estaba de morirse, la cual se untaba en panecillos crujientes y calentitos que eran repuestos apenas desaparecía el penúltimo. A continuación, a los dos se nos antojó pedir lo mismo, Magret de Canard - Pechuga de Pato -, uno de los platos clásicos de esté bistró francés el cual las importa directamente desde Francia, acompañado de papas dauphine y cebolla caramelizada. Estaban divinos, punto de cocción preciso - término medio -, muy sabrosos y en porciones adecuadas. Yo pedí una copa de Syrah Corralillo de Matetic 2006, vino bien logrado pero un poco débil y poco expresivo en nariz para ser un Syrah de clima frío - San Antonio -; en este estilo es muchísimo mejor Loma Larga con sus adorables notas a poleo. Mi partner pidio un Carignan Orzada de Odfjell 2004, el cual si bien mostraba toda la potencia de la cepa, me pareció un poco licoroso y pesado - cosa de gustos en todo caso. Para terminar, pedí una Crème Brûlée y mi partner unos exquisitos Crêpe Suzettes. El valor de los platos fue de $7.000 aprox, y el espumante, la terrina, las copas de vino y los postres tenían un precio promedio de $2.500 c/u, lo que nos pareció muy razonable, con relación precio/calidad muy justa y que dio un total de $31.500 antes de propina. Todo impecable, todo rico, servicio pronto y atento, música perfecta, temperatura de servicio de los vinos ideal, platos con sabor y oficio. Salimos realmente deleitados, como cuando alguien te hace un cariñito al alma, realmente convencidos que su dueño ha puesto más que lucas y rigurosidad en este boliche... ha puesto amor.
Saludos