Las Brasas. Lo mejor de un viaje por la Región II
Después de haber recorrido varias veces el sur de Chile me tocó visitar el Norte Grande.
Primera parada, LBV.
Primera impresión, decepcionante. No estaba dispuesto a viajar hasta acá nada más que para comer comida china.
LBV tenía razón, aunque nunca falta la excepción que confirma la regla.
Me encontré con lugares en los cuales no terminaba de sentarme y ya tenía delante el menú del día, generalmente caldillo o cazuela, y al salirme de ese menú y pedir un congrio frito con puré, descubrir que me lo cobraban cinco o seis veces el menú del día.
También me pasó llegar a lugares en los que parecía que les molestaba la presencia del comensal, en los que tampoco tenían carta con los precios ni ganas de decir cuánto costaba cada uno de los platos.
El peor de todos, Tal Tal, calle Esmeralda, vereda de enfrente a la hostería y unos 100m más al norte.
No tenían carta y me recomendaron pichanga de lomo o de congrio, curado de espanto como estaba, pregunté cuánto costaba y la respuesta fue entre $ 5.000 y $ 7.000. Me paré y me fui a otro lado.
A la comida regular, cara para la atención que uno recibía, la mala ambientaciones de los lugares, la mala vajilla y los manteles sucios, uno debía sumar la incertidumbre del precio final que era una incógnita hasta último momento.
Pero, por suerte, encontré Las Brasas, en Tal Tal, Prat al 600.
Ambiente agradable, manteles impecables, copas en lugar de vasos de grueso vidrio, carta no muy extensa pero con los platos que uno aspira encontrar en esa zona y algunos extras según la pesca del día.
A eso se debe sumar que tiene tarjetas de crédito y que ambas camareras muestran una gran predisposición para atender a los comensales y se preocupan porque la velada sea sumamente placentera.
Las Brasas es la perla que encontramos en este viaje al Norte y si bien su nombre nos hizo creer que solo conseguiríamos carnes, su carta nos sorprendió con los mejores manjares del mar, un rico ceviche y un indescriptible “Jardín de Mariscos”, que por si solo vale una visita a Tal Tal.