chiloe
Chiloe, cielos cubiertos…. Ibamos preparados para los cielos cubiertos y las lluvias, hasta ansiábamos la lluvia del sur pegando sobre los techos en la noche.
En Puerto Montt llovía, pero Chiloe es mágico y en el cruce del canal de Chacao el cielo se abrió para mostrarnos las estrellas y la luna reflejada sobre un mar calmo.
A la llegada muchos abrazos, y por supuesto ,,,, mucha comida. Locos y salmón ahumado sobre cama de lechuga , lo cual habría bastado, sólo era un “ cariño” a la llegada, un primer cariño. Después una “sopita de congrio”, apropiada para la noche.
Y a dormir para empezar lo que fue un fin de semana hermoso. En Ancud por supuesto.
Un primer recorrido por los lugares que evocaban recuerdos y muchos cuentos de cada uno de ellos: el fuerte, el muelle, la playa de arena gruesa, la calle Bellavista, la casa de
La comida en Ancud es cosa seria, y este primer día tocaba cordero. Se parte por la compra del animal y el resto de ingredientes que se vayan a necesitar. Papas y lechuga para el asado al palo, verduras para la cazuela. Al almuerzo la cazuela y en la tarde el asado. Todo sin apuro “como se vaya dando” , como alguien dijo.
Comida, bebida y mucha conversación, mucha receta: la cazuela con cochayuyo, el asado al palo con harina tostada, ensalada de ojo chilote: ajo muy fino, aceite y sal , así tal cual. Los postres, kuchen del café Pedersen, de ruivarbo,de grosella, de frambuesa, etc.
Segundo día: paseo con este nuevo amigo Joseba a su concesión marítima, La hora: como se vaya dando, sin presiones, todos invitados. Antes nos aperamos de cuchillos, limones, vino y pan de acuerdo a las indicaciones del que nos invitaba. Risas, siempre muchas risas, en el camino, embarcados, en la playa…. Y por supuesto: comida. Esta vez choros, piures, ostras recien sacadas y un nuevo amigo: el vecino de Joseba, feliz de poder atendernos e invitandonos a volver cuando queramos a su casa. Increíble…
Y se viene el curanto. Qué puedo contar del curanto…. Tal vez lo mas increíble es que abre el corazón. Influye la espera, la guitarra y el canto, los recuerdos, el ayudar de todos, la sintonía que se produce entre los que concurren a la mesa. Algo pasa con el curanto y es más de lo que la creencia popular asegura.
De ahí en adelante se empieza regresar a casa, es la última noche y el Domingo será el último día. Siguen las muestras de cariño, esta vez una cazuela chilota, restos de curanto, y a tomarse todo lo que va quedando.
Queremos traer un poco de Chiloé a Santiago y lo compramos todo; ajos, micaos, lana, calugas, etc. Pensando que con eso vamos a hacer sentir lo que sentimos a los nuestros que no fueron. Imposible, pero al menos para los que estuvimos allá , algo ayuda.
Los de Ancud se llaman ancuditanos y están orgullosos de serlo. Son alegres, espontaneos, conversadores, pero conversadores desde el corazón, y sobre todo: son de tocar; de piel; de abrazar; de mirar a los ojos. Tres días en que nadie habló de politica, tres días en que no sabría decir de que se habló, salvo hacer recuerdos, reirse mucho, cantar, y ser feliz mirando el paisaje. Si se llega hablar de enfermedades, todos tienen algún remedio natural que hacía su mamá ó su abuelita, y dan la receta con pelos y señales. Conocer gente nueva y sentirse tan acogida y a la vez querer a estos nuevos amigos, abrazarlos y recibir sus abrazos, llorar incluso con ellos.
Eso es la buena vida.